Después de la trayectoria antológica que culmina con las "arquitecturas imposibles", laberintos entrecruzados de cúpulas, pasadizos, escaleras y puertas secretas, invadidos algunos de vegetación rampante, descansando otros sobre acantilados, lagos o mares; Ramiro Tapia acomete ahora seguidamente la tarea insólita de destruir esas ciudades vertiginosas planteándose el reto de incendiar y desintegrar lo que había sido tan cuidadosamente construido, olvidarlo todo y relegarlo en el sueño de la poesía, y crea trabajando incansablemente, la nueva serie que titula "Hecatombe". Gigantes, cíclopes, ogros y ogresas, pigmentados por una amalgama de pavesas incandescentes que conforman su esquema corpóreo, invaden este nuevo territorio y asientan sus reales como insólitos redentores tras el reciente apocalipsis. Son una nueva casta telúrica, en la plenitud de su fuerza cósmica y vegetal.
Descargar texto en formato pdf
José Carlos Brasas, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca opina sobre esta trayectoria:
La amenaza del peligro y de la contaminación nuclear, de las guerras y el hambre determina que su pintura camine por senderos de una clara simbología cifrada en la desesperanza, la soledad y la devastación. De ahí la recurrencia de estos inquietantes seres y atlantes de pesadilla que parecen retrotraernos a épocas míticas en el comienzo de los tiempos, seres malignos en los que se conjuga el esperpento y el sarcasmo, criaturas que siembran caos y destrucción. Un componente fuertemente agresivo domina toda esta producción, manifestándose a través de una ejecución fluida y vigorosa, así como de un intenso y deslumbrante colorido.Porque en último término, el tema es un pretexto. Lo que cuenta en definitiva es el componente abstracto y filosófico de esta pintura, convertida en fascinante y profunda reflexión sobre el mito, en un puro ejercicio de creación simbólica y legendaria, que enlaza con la mejor tradición del Arte Fantástico.
Descargar texto en formato pdf