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Laberintos de interior - Textos

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Javier Hernando Carrasco - Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de León.Extracto del catálogo de la exposición en Galería Margarita Summers. Madrid, Febrero 2000.

En la serie que el autor titula -Laberintos de Interior- la pintura se hace abiertamente simbólica. Los elementos icónicos se multiplican como consecuencia del incremento de la narratividad. El discurso se articula a través de ideogramas rescatados de la cultura judeo-cristiana e incluso anterior: soles, conos, cruces, moscas, serpientes, seres híbridos... Se trata, por tanto, de un sistema de signos que se manifiesta en una escritura sintética cercana al jeroglífico. Los ideogramas empleados en cada unidad compositiva se distribuyen dentro de los márgenes del espacio dado bajo estrictos criterios de orden; así dominan las simetrías y la equidistancia entre elementos. La sustitución del soporte plano por una superficie elaborada con pasta de papel, proporciona una textura rugosa de fuerte expresividad y el efecto palpitante que le aproxima a las calidades del pergamino. Pero además las referencias a estas manifestaciones artísticas del pasado se vuelven específicas; por ejemplo, cuando determinadas formas iconográficas casi llegan a identificarse con obras medievales, tal como sucede con los dos seres híbridos que vigilan desde la base de El óvalo azul (una especie de pájaros-serpientes) que remiten a la iconografía de los beatos mozárabes, o la cosmogonía de La vida y El comienzo cercano a las representaciones medievales de la Creación -pienso en el conocido tapiz de la Creación de la Catedral de Gerona.

El pasado es un contenedor sobre el que se han ido acumulando las referencias de la Historia. Ramiro Tapia retorna a los orígenes (El comienzo), recala en el medievo (Vida monástica), se sumerge en la incertidumbre (Enigmas) o en la efusión (Laberintos de interior); pasea sin rumbo fijo dejándose tentar por la energía de la imaginación, siempre modulada en su caso por el cauce de la razón. Por eso, estas imágenes son a un mismo tiempo fantasiosas y razonables, ya que describen universos cifrados, inabordables en primera instancia pero accesibles después, cuando comenzamos a vislumbrar el acervo cultural que las soporta: los símbolos revitalizados, una vez más, por mor de la capacidad inventiva del artista, así como la coherencia interna de los mismos: mundos que evocan en su propia realidad la nuestra. Convertirlos en protagonistas de sus pinturas implica su rescate, afirmando de facto su vigencia, haciendo patente su carácter evocador, pero por encima de todo estas visiones simbólicas no son sino una manera de ver e interpretar el mundo, no son en definitiva sino cosmovisiones.

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Esta nueva serie de Laberintos de Interior es vista así por el ensayista y matemático Alejandro Mora Piris:Antes que el arte, el hombre creó el simbolismo mágico, que ya aparece en los albores del paleolítico. La simbolización nació de la necesidad de dar forma perceptible a lo imperceptible; por eso Ramiro Tapia saca a la superficie de la conciencia un conocimiento aparentemente sepultado, plasmándole en imágenes donde anida la semilla de la creación artística. Mantiene un apasionado coloquio consigo mismo, rodeado de lo mítico, de la fábula y del jeroglífico, recuperando imágenes cuya manifiesta eficacia trascendió desde la prehistoria hasta la Edad Media, en sus Bestiarios y en sus Beatos Apocalípticos .Reutiliza el expresionismo, un poco bárbaro y dramático, de las formas, su grandeza y su misterio, la retorcida caligrafía y el color vivo, dando originalidad a la abigarrada, pero ciara distribución de imágenes, llenas a veces, de ingenua expresividad.

Nos llama la atención, en primer lugar, los dos cuadros más grandes, alusivos a la genésica creación del universo celeste y de la vida terrenal. Son dos MÁNDALAS (círculos dentro de cuadrados), símbolos que en el mundo hindú y tibetano sirven para la meditación y la iluminación conducentes al estado de NIRVANA. Son como un IMAGO MUNDI .El cuadro titulado EL COMIENZO, refleja el explosivo BIG BANG; del que surge la pléyade de las CONSTELACIONES, en la inmensa pizarra celeste. Y el titulado LA VIDA, alude a ese comienzo de la vida en la sopa nutricia de los mares con seres ciliados y primigenios.

Los restantes cuadros evocan mosaicos, pergaminos o tablillas babilónicas, cargados de una iconografía esotérica, donde aparecen: signos cuneiformes, símbolos con raíces zoomórficas, como moscas (alusivas al pecado o a Belcebú "el señor de las moscas"), abejas (referentes a la castidad y la laboriosidad), escarabajos (animal sagrado egipcio), sierpes, dragones, cocodrilos, junto a letras, números, manos, pies, triángulo místico con el ojo de Dios, etc. Todos estos signos cónicos, son evocadores de ancestrales culturas milenarias y medievales, con rumores escatológicos, siempre llenos de una semiótica connotativa.Esta riqueza cónica, se realza sobre unos maravillosos fondos, bellamente cincelados en repujados relieves, que evocan el pergamino, artesanalmente elaborados con una meticulosidad y una técnica asombrosas; su caligrafía, llena de vida y de juego colorista, invita a la silenciosa reflexión. Estas superficies espejean belleza, frente a tantos feísmos matéricos actuales.

Ramiro Tapia, revela una vez más, su inmensidad íntima, porque como decía Rilke: "El mundo es grande, pero en nosotros es profundo como el mar".

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